La Biblia desde el siglo XXI

A vueltas con el enredo de los ateos.

22.09.2010 00:00

A raíz del libro de Stephen Hawking (‘El gran diseño’) vuelven a estar de actualidad los debates sobre la existencia o inexistencia de Dios.

Acabo de leer en lapagina.com.sv el artículo de José Iglesias Etxezarreta titulado ¿A quién le importa Dios? Empieza así:

El rey halcón se ha alzado contra Dios. A raíz de los comentarios realizados por Stephen Hawking al avanzar la próxima publicación de su nuevo libro, los partidarios de la equidistancia (ya se sabe, los que defienden por igual el derecho a exponer en clase la evolución y el darwinismo, la religión y la educación ciudadana, los principios de víctimas y verdugos…) dicen que nadie ha logrado hasta ahora demostrar la existencia de Dios pero tampoco su inexistencia, como si esto fuera un argumento lógico a favor de su existencia. Lo que, de paso, tiene la misma validez que decir que la Cienciología no ha demostrado que existe un universo paralelo poblado de demonios que acaban encerrados en nuestros volcanes, pero que tampoco nadie ha podido, o ni siquiera se ha preocupado, de defender lo contrario. Tampoco de refutar mi afirmación de que los archiglifos morados vuelan. Nadie ha podido demostrar que los archiglifos morados vuelen, pero dado que nunca han sido vistos ni se sabe qué características tienen, tampoco se puede probar que no vuelen, o, ya puestos, que no existan.

Nadie puede demostrar que lo que no existe no existe. ....

No es nueva esta réplica de los ateos cuando se le pide que demuestren la "no existencia de Dios". Y no les falta razón en la respuesta.

Pero es que "el quid de la cuestión" no está en la respuesta, sino en la pregunta correcta. 

Argumentan que en buena lógica no se puede demostrar que las cosas o entidades no existen, que lo correcto es demostrar las afirmaciones, no las negaciones.

Así planteado el problema, corre a cargo de los creyentes en Dios la parte difícil, la demostrar el juicio afirmativo: "Diós sí existe".

Y claro, llevando el debate hasta el ridículo, comparan la afirmación "Diós existe" con otras sin sentido ni fundamento, tales como los "archiglifos morados vuelan".

Y en esto está la trampa lógica, pues el afirmar la existencia de Dios no consiste en afirmar la existencia de cualquier entidad imaginaria, sino en afirmar la fundamentación de la realidad en un determinado sentido.

Y esto es algo que los mismos ateos SÍ realizan.

Ante el hecho indudable e incontrovertible de que la realidad existe, es preciso justificar la causa que la sustenta.

Y si los creyentes afirmamos que la realidad es originada y sustentada por "Dios" (sin entrar en detalles de definiciones), los ateos afirman que la realidad es originada y pilotada por el azar y la necesidad.

En el fondo, demostrar la inexistencia de Dios es equivalente a demostrar la posibilidad de que el azar y la necesidad sean capaces de generar el universo y conseguir un nivel de evolución capaz de producir seres semejantes a los humanos.

Y en esto tampoco los ateos han tenido éxito. Ni lo tendrán jamás, en mi opinión. De hecho, el creer que la ciencia algún día demostrará la capacidad de la "nada" para generar el universo es aplicar un "acto de fe" en algo que hasta el presente no se ha conseguido ni hay evidencias que se pueda conseguir en el futuro. Es más, creo es un acto de "fe" tan grande que ni yo mismo me siento capaz de lograr.

En el fondo, tengo la convicción de que es muchísimo más factible demostrar que el fundamento de la realidad está una entidad inteligente (a la que habitualmente llamamos Dios) que no en la capacidad de la "nada" para generar la existencia del universo pilotada exclusivamente por el azar y la necesidad (cosa que afirma Stephen Hawking, pero sin aportar demostración).

Así, pues, en el futuro evitad el error de pedir la demostración de la "inexistencia de Dios". Mejor solicitar la demostración de que el azar y la necesidad son capaces de generar el universo (o los universos). Esta es sí una afirmación de los ateos, que en buena lógica deben demostrar.

A propósito: en la segunda mitad del siglo XX un célebre ateo repitió hasta la saciedad que la carga de la prueba en el debate sobre la existencia de Dios corría a cargo de los creyentes ("... el peso de la prueba descansa del lado teísta",  en "¿Existe Dios?", de Antony Flew y Terry Miethe, Editorial Cátedra, página 29).

Este filósofo ateo era Antony Flew, el cual hace pocos años trastocó sus esquemas mentales y llegó a la conclusión que es imposible un universo como el que conocemos sin un substrato de inteligencia.  Estas son sus convicciones actuales: "Creo que los orígenes de las leyes de la naturaleza, de la vida y del universo señalan claramente a una fuente inteligente. La carga de la prueba recae sobre los que argumentan lo contrario" (Pincha para ver extracto de la entrevista realizada por Benjamín Wilker).

 

 

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