De hipótesis innecesarias y otras zarandajas.

 "Yo prefiero la propuesta de los astrónomos, que dicen: 'Dios es una hipótesis que no necesito' ".

Estas son palabra que también pronunció Antonio Lazcano en la entrevista a la agencia EFE que ya comenté hace algunas semanas a propósito de las ideologías y la educación.

Como bien dice Antonio, él no es el autor de la frase.  “Dios es una hipótesis que no necesito”  es una afirmación que se utiliza como argumento “diplomático” para negar la existencia de Dios. Es una forma de “mostrar” respeto hacia las creencias de otros, pero asegurando a la vez que esas personas “serias”, “objetivas”, “reputadas”,... que son los científicos no necesitan contar con Él para elaborar todas sus teorías. Con esto esperan que seas tú el que deduzcas por sugerencia implícita que si no hay necesidad de Dios, lo más probable es que Dios no exista.

Craso error si te dejas embaucar por tan sibilino “no-argumento” (porque en realidad no hay argumentación, sino una “sutil sugerencia” para que tú mismo te dejes caer en semejante disparate).

Si ya has caído, no te acongojes, que no eres la primera víctima de esa trampa retórica. En el fondo no es más que otra forma de “embaucar” a las mentes proclives a dejarse “embaucar” (que nadie se sienta ofendido, pues todos somos proclives a dejarnos embaucar en cualquier materia de la que no somos especialistas. Es la honradez del experto la que está en cuestión cuando lo que pretende es embaucar a un no experto, sea cual sea la materia de la que se trate).

Volviendo a la "frase no-argumentativa":  “ … Dios es una hipótesis que no necesito”:

Es algo así como si un relojero afirmara que no necesita saber si el reloj que va a arreglar lo fabricó alguien. Es más, supongo que ningún relojero se ha hecho jamás esa pregunta antes de comenzar un arreglo. Y mucho menos elucubrar sobre cual haya sido el fabricante: Omega, Zitizen, Rolex, Radar,...

Así, pues, estarás de acuerdo conmigo que cualquier relojero es capaz de hacer su trabajo si necesidad de partir de la hipótesis de que ese reloj que tiene entre manos fue previamente fabricado.

Claro, si le sorprendes y le preguntas, evidentemente te dirá enseguida que sí, que lo fabricó alguien en alguna de las factorías Suizas o Japonesas. En su experiencia, lo relojes no crecen en los árboles, los fabrican en talleres. Pero nada le impediría arreglar el reloj si un hipnotizador le convenciera de que los relojes se recolectan de una especie de árboles llamados “relogeneros”.

Ya se, ya se que hay una gran diferencia el trabajo de un relojero y el de un científico. Pero también hay grandes similitudes. Y una fundamental: que ambos trabajan sobre sistemas organizados:

1. El relojero sobre el reloj, mecanismo perfectamente coordinado sobre el cual estudia primero su funcionamiento para después restituir las partes dañadas.
2. Y el científico sobre el universo, el mayor de los sistemas, e increíblemente bien organizado.

Una aclaración: Un relojero bien puede estudiar y reparar un reloj, pero un sólo científico difícilmente abarcará el mundo físico. Por eso, cuando menciono al científico, en realidad me estoy refiriendo a la comunidad científica; que desde hace siglos estudia este complejo sistema que llamamos Universo.

Y bien, si el relojero no precisa plantearse el origen del reloj que arregla, ¿acaso el científico precisa plantearse el origen del universo que estudia?

No. El científico, sea astrónomo, físico, químico o lo que se tercie, tampoco precisa plantearse cual sea el origen del universo. Dado que el científico sólo estudia el “mecanismo” del universo, el “cómo funciona” no precisa ninguna hipótesis acerca del origen y el porqué del universo.

En este sentido, lo mismo que un científico ateo puede afirmar la perogrullada de que “Dios es una hipótesis que no necesito”, cualquier otro científico, sea ateo o creyente, puede afirmar la perogrullada de que “El azar como origen del universo es una hipótesis innecesaria para construir la ciencia”.

La cuestión de los orígenes sigue siendo una cuestión de convicciones, y al margen de que los científicos crean que en el origen del universo está en la Inteligencia Suprema o en el azar más caprichoso, podrán seguir ejerciendo su oficio. Entendiendo éste oficio como lo que más arriba hemos apuntado: estudiar el cómo funciona el Universo, comprobarlo experimentalmente, plasmarlo en teorías y leyes y publicarlas para que los ingenieros y técnicos puedan construir toda la sarta de mecanismos, edificaciones y demás objetos de los que disfrutamos en este afortunado siglo hiper-tecnificado.

Sí, insisto, “la cuestión de los orígenes sigue siendo una cuestión de convicciones”, no de argumentaciones científicamente demostradas. Y aquí es donde enlaza la frase de Antonio Lazcano que hoy comentamos con la que comentábamos hace pocas semanas:

"Tiene que haber legislaciones que garanticen una visión secular y laica del mundo en la educación. Nadie puede quedar ajeno a los avances científicos y es una obligación del Estado y de la sociedad garantizar que la educación provea esa visión" .

La visión del mundo de Antonio es una visión atea. Y dado que la cuestión de los orígenes NO es algo que  pueda probar científicamente, la única forma que le queda para implantar su visión atea del mundo es inculcándola en las mentes cuando son más moldeables: en la infancia, a través de las escuelas.

Y ojo, que yo le reconozco a Antonio su derecho (a él o a cualquier ateo) a intentar difundir su ideología atea. Lo que no le reconozco es el derecho a imponer su visión atea y laicista de forma obligatoria en la sociedad, como ya vimos en el post de hace pocas semanas. Pincha aquí si quieres leerlo.

Enlace a la entrevista de EFE mencionada en el texto:

Científico defiende la sociedad laica, "la única en la que cabemos todos"