¡Cuando la política manda, la arqueología calla!

Estoy habituado a conocer descubrimientos arqueológicos relacionados con la historicidad de la Biblia.

Normal, pues hay interés en que sean difundidos: Por un lado, por los judíos o los cristianos, como yo, que nos alegramos por los repetidos y continuos aportes de la arqueología a la historicidad de la Biblia y a la fundamentación de la fe personal de cada cual. Por otro, también hay interés de las autoridades de Israel; pero en este caso por cuestión más... “prosaica”, como es la fundamentación de los derechos de los judíos a las tierras donde actualmente viven como nación y estado independiente.

Claro, justo el interés contrario es el que tienen los palestinos y en general los pueblos árabes. Para ellos, cualquier justificación arqueológica que los israelitas muestren al mundo pesa en el plato contrario de la “balanza de la justicia internacional” en relación al conflicto árabe-israelí. A los palestinos y árabes en general no creo que les interese mucho rebatir los argumentos judíos que fundamentan la historicidad bíblica con la arqueología moderna. Más que ganar algo en su batalla mediática, indirectamente estarían contribuyendo a la difusión de las tesis judías (Ya sabes, lo que opinaba Oscar Wilde: “Que hablen de uno, aunque sea malo”).

Ahora bien, que sean los judíos los que oculten un descubrimiento arqueológico que puede ser fundamento importante de la historicidad bíblica es algo a lo que no estoy habituado. Algo hay de por medio. Y ese algo, ¿cómo no? también es cuestión política...

Y es que los restos de un importante descubrimiento, como ahora veremos, se encuentran en Cisjordania. Concrétamene en las afueras de Belén, actualmente bajo administración palestina, y en terrenos propiedad particular de un palestino. ¿Hacen falta más ingredientes para guisar un conflicto?

Probablemente, este descubrimiento no se habría comunicado al público de no haber sido por la fortuna que tuvo un guía de turismo israelí. En el fondo Binyamin Tropper se consideraba más afortunado de lo que en realidad fue. Y es que pensaba que él era el descubridor para nuestra época de una enorme columna tallada en las afuera de Belén. Cual no sería su sorpresa al saber que las Autoridades Judías sabían de esta columna desde hacía décadas, manteniendo voluntariamente el secreto: "Cuando me di cuenta de la importancia de este pilar, se lo comuniqué a mi jefe quien habló con la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA)" dijo Tropper, añadiendo que la IAA respondió: "Está muy bien pero ahora guarden silencio".

Cuando le quedó claro a Tropper que la IAA no tenían la intención de excavar lo que él cree un importantísimo hallazgo, comunicó su descubrimiento a la prensa; de ahí los informes que se han difundido. Pero afortunadamente, Tropper, que no es tonto,  ha guardado el secreto de la ubicación concreta para no llamar la atención de ladrones de antigüedades.

A principios de mayo varios arqueólogos israelíes inspeccionaron el lugar. Entre ellos estaba Yosef Garfinkel, famoso profesor de arqueología de la Universidad Hebrea. “No hay duda de que los restos son los de una construcción monumental de la época del Primer Templo” comentó Garfinkel. Informó que el capital es proto-eólico, estilo de hace unos 2.800 años.

La columna formó parte de algún monumento entre los siglos noveno y octavo antes de Cristo - la época del Primer Templo en Jerusalén. La columna pesa unas 5 toneladas, y está a unos dos metros bajo tierra, todo lo cual da garantías de que no ha sido trasladada. Esto es indicativo de que en aquél sitio y época ya había construcciones monumentales, lo cual no se sabía hasta ahora.

La columna señala la entrada a un túnel de agua excavado en roca unos 250 metros bajo tierra, un complejo que es casi seguro que sólo pudo ser llevado a cabo por un gobierno central, como el de los reyes de Judá en la cercana Jerusalén (sólo unos 10 km la separan de Belén).  Por su tamaño y estilo, dijo Garfinkel, el túnel recuerda otro gran proyecto similar de los tiempos del Primer Templo: el túnel de Siloé en Jerusalén.  Según Garfinkel, la existencia de un gran túnel de agua indica la presencia cercana de una granja importante o un palacio. "La construcción es de primera clase" dijo, y  "definitivamente hay algo importante allí desde los tiempos bíblicos, los siglos noveno y octavo antes de Cristo".

Como veis, el descubrimiento no es “moco de pavo”, pero “cuando la política manda, la arqueología calla”

Los sionista siempre han considerado los restos de la antigüedad como pruebas de las profundas raíces judías de la tierra que ahora ocupan. Por su parte, los palestinos reiteradamente niegan la realidad de la historia judía antigua y buscan desprestigiar cualquier descubrimiento arqueológico realizado por Israel, tachándolo como un intento de consolidar el control político.

Así pues, es poco probable que los palestinos acepten profundizar en el estudio de este nuevo sitio arqueológico.

La Autoridad de Antigüedades de Israel ha sido cuidadosa en sus respuestas públicas a los informes sobre el nuevo hallazgo, pero no descartó una excavación: "Este es sin duda un importante hallazgo, que según la información preliminar se remonta a la época de los reyes de Judá", dijo la IAA. "Al mismo tiempo, es necesario saber que el asunto es difícil y requiere un tratamiento cuidadoso y responsable. La Autoridad de Antigüedades, junto con el resto de autoridades competentes, ha estado tratando el tema durante algún tiempo en un intento de llevar a cabo la excavación completa de los restos; y continuará intentándolo".

La noticia en timesofisrael.com