La Biblia desde el siglo XXI

Dime como piensan, y te diré como actúan.

12.05.2018 00:00

Viendo una película alemana conocí una frase acuñada por Dostoievski: “Si Dios no existe, todo está permitido”.

La película, “Antikorper, el ángel de la oscuridad”, bastante fuerte, me llevó a meditar sobre  la frase de Dostoievski y las posibles implicaciones personales y sociales de una "no existencia de Dios":

El fruto de esas reflexiones os lo traigo en forma de diálogo:


Dialogo sobre las implicaciones de la creencia o no creencia en Dios
[al margen de su existencia]


Unos amigos salen de un cine tras ver la película “Antikorper, el ángel de la oscuridad”, de Christian Alvart.

Carlos.- ¡Buf, que dura! Si lo se no vengo a verla.

David.- La realidad supera en muchas ocasiones lo que horroriza ver en las películas.

Carlos.- ¡Venga ya! No me digas que ves normal el comportamiento del ese pirado que estuvo matando chiquillos durante años.

David.- No. Pero lo cierto es que estuvo años abusando, torturando y matando y nadie sospechaba nada. ¡Era un ciudadano más!

Carlos.- Pero estaba loco.

David.- ¿De donde sacas eso? En la peli le tratan como criminal, no como loco. Además, no estaría muy loco cuando nadie se dio cuenta durante años. Si le cogieron fue por casualidad.

Carlos.- Ese comportamiento solo es posible en la mente de un loco. No me creo que una persona normal abuse de sus semejantes hasta esos extremos.

David.- Tendrías que aclarar que entiendes por persona normal. Dejando la película aparte, entre los que clínicamente no son locos hay una gran diversidad de comportamientos.

Carlos.- Entonces, ¿como enfocas tú esta película?

David.- Yo creo que el director da una pista al inicio, cuando pone la cita de Dostoievski.

Carlos.- Te refieres al “Si Dios no existe, todo está permitido”.

David.- Si, a esa famosa frase.

Carlos.- ¡Venga hombre! No me vengas ahora con historias sobre la existencia de Dios. Ni tengo ganas de tratar ese tema ni la peli tiene nada que ver con la existencia de Dios.

David.- ¡No no! Si no se trata de la cuestión de si Dios existe. Se trata de lo que se crea la gente al respecto, y de las implicaciones que tengan esas creencias en su comportamiento social. En función de la creencia en Dios, las expectativas que se tengan de la vida, la responsabilidad, el futuro, etc. son totalmente diferentes. Y esto marca muchísimo a la hora de tomar decisiones en la vida.

Carlos.- Pero si el criminal creía en Dios. Menciona a Dios y a la religión en varias ocasiones.

David.- Si claro. Seguía el juego de los que creían en Dios. Lo confiesa en su cuaderno, hacia el final de la peli. Escribió: “Mi actuación ha llegado a su fin. Una existencia sin actuación no es existencia.”

Carlos.- Bueno, pero no veo porqué el hecho de creer o no creer en Dios tenga que condicionar el comportamiento.

David.- Si, tienes razón, tampoco creo yo que exista ningún condicionante imperativo que provoque un determinado tipo de comportamiento en función de si se cree o no en Dios. Pero es lo que te decía antes, que a los seres humanos sí les influye en su forma de comportarse ciertos factores que sí están ligados con el hecho de creer o no creer en Dios.

Carlos.- Sigo sin verlo. ¿A qué te refieres?

David.- Básicamente me refiero a dos conclusiones que se derivan de la no existencia de Dios: Que no hay más legisladores ni jueces que los propios seres humanos, y que más allá de la muerte física no hay ni existencia ni consecuencias por las conductas humanas.

Carlos.- Si, de acuerdo con esas conclusiones. Pero eso no implica que un ateo tenga que ser un criminal.

David.- Claro que no. No afirmo eso. La conducta humana es el resultado de muchos factores. Simplemente opino que, entre otros factores, existe uno que influye positivamente para que los individuos se comporte de forma beneficiosa hacia su “prójimo” y el conjunto de la sociedad. Ese factor es la creencia en un ser supremo; y asociado a él, la creencia en la supervivencia más allá de la vida física. Evidentemente, ese factor no puede actuar en las personas que no tienen esas creencias.

Carlos.- O sea, que si no crees en Dios, eres un criminal.

David.- Yo no afirmo eso. Repito: Son muchos los factores que intervienen en el comportamiento de la persona. Además, en la escala entre ser beneficioso para la sociedad y ser perjudicial existe una gradación. Por un lado están los altruistas que dan sus propiedades y hasta sus vidas por los demás. Y en el otro extremo están los que quitan las propiedades y las vidas ajenas. Cuando piensas en criminal, estás pensando en el extremo negativo de la gradación, pero hasta llegar a ese extremo hay muchos escalones intermedios en los que encontramos a los que simplemente sacan ventaja social mintiendo, calumniando, defraudando, extorsionando, robando... He insisto, están los otros factores que limitan la manifestación de los aspectos negativos de la conducta humana.

Carlos.- Bueno, en eso último que dices sí estoy de acuerdo contigo. En el fondo esos otros factores son los que en realidad hacen innecesaria la creencia en una divinidad y la eternidad de la existencia humana.

David.- Bueno, veo que en algo estamos de acuerdo. Pero no en todo, pues yo no estoy del todo seguro que los otros factores hagan innecesaria la creencia en Dios. En qué factores está pensando.

Carlos.- Pues simplemente en dos: La propia naturaleza humana, y el sistema social que hemos sido capaces de generar. El ser humano manifiesta comportamientos altruistas que son beneficiosos para sus congéneres. Y para los que no lo manifiestan, están las leyes y los tribunales, los cuales crean una conciencia de ciudadanía que hace innecesaria la creencia en Dios o dioses.

David.- Vamos por partes: respecto a lo de que en la propia naturaleza humana manifiesta altruismo es algo que está fuera del contexto de este debate, y ...

Carlos.- ¡Espera, espera! ¿Cómo que es está fuera de contexto debatir sobre el altruismo de la naturaleza humana? Me parece que es de lo más básico.

David.- Deja que me explique. Lo que estamos discutiendo es sobre la influencia de la creencia en Dios en el comportamiento humano. ¡Solo la creencia! Hemos dejado aparte la discusión sobre la existencia o inexistencia de Dios. Si me dices que el ser humano tiene conciencia ética suficiente, no te lo voy a negar. Pero entraríamos en el debate de porqué tiene el ser humano esa conciencia, de dónde surge ese altruismo. Yo te diría que es la influencia de la divinidad interviniendo en el origen del hombre, y tu me responderías que no; pero ya estaríamos en otro debate diferente, estaríamos en un debate sobre la existencia de Dios.

Carlos.- Vale, pero entonces reconocerás que al menos las leyes y tribunales humanos son un factor que hace innecesaria la creencia en Dios.

David.- Bueno, ese sí creo que puede ser un tema a debatir en este contexto, pues aunque también se puede cuestionar el origen de los principios de equidad, estoy dispuesto a aceptar la hipótesis de que al margen de la existencia de Dios la especie humana ha sido capaz de generar un sistema de justicia que hace innecesaria la creencia en Dios.

Carlos.- ¡Hombre, David¡ ¡Que amable! Pues venga, dime que tienes en contra de ese argumento.

David.- Nada. Una vez que he aceptado esa hipótesis, está claro que la sociedad podría funcionar sin que las personas creyesen en Dios.

Carlos.- ¿Entonces? Se acabó el debate. Porqué decías que estabas dispuesto a debatir sobre esa hipótesis.

David.- Me refería a debatir sobre la solidez de una sociedad así, en la que nadie cree en Dios. Sí, se dispone de un sistema ideal:  leyes que lo prevén todo, sistema policial que persigue y captura a los que no las respetan, y unos tribunales que imparten justicia conforme a las leyes. Pero... ¿de veras está convencido de que todos se someten a la leyes?

Carlos.- ¡Claro! Las leyes son de aplicación universal.

David.- No me refiero a si las leyes son para todos. Me refiero a si todo se someten a ellas. ¿Que me dices de los que están arriba del sistema, los que hacen las leyes, de los responsables de que "otros" las cumplan, de los que evalúan el cumplimiento? Si también estos creen que no hay autoridad suprema al ser humano, ellos se verán como la autoridad suprema, pues están arriba del sistema. Y si se consideran la autoridad suprema, ¿qué motivos pueden tener para no configurar el sistema conforme a sus intereses particulares y no conforme a los intereses generales de la sociedad? Es el dicho popular: ¿Quién vigila al vigilante? O ¿Quién legisla para el legislador?

Carlos.- Pues la misma sociedad, que está por encima de gobernantes y legisladores. Por eso tenemos elecciones periódicas, para revisar la actuación de los que ponemos arriba, y en caso necesario, cambiarlos.

David.- Vale, eso esta bien. Pero ¿Cómo sabes si llega el caso necesario? ¿Cómo sabes que el que está arriba está actuando correctamente? Recuerda, solo es un supuesto, pero partimos de la base de que estamos en la situación de personas que considera que por encima del ser humano no hay nada más, y que están en la posición de regular las leyes y la aplicación de las mismas.

Carlos.- Para algo está la prensa. En una democracia la prensa forma parte del sistema. Está garantizada la libertad de expresión. Si se dan casos como los que dices, se acabarían conociendo. En una democracia, las leyes se aplican también a los que están arriba. Y no me negarás que la prensa se ocupa de forma privilegiada de los gobernantes y sus actuaciones.

David.- Sí, eso es cierto. Los de arriba suelen ser los protagonistas de noticiarios y tertulias. Pero eso no te garantiza la corrección de actuación de los que están arriba. No olvides que los que ostentan el poder también tienen la capacidad de dirigir y “adecuar” la información que nos llega. ¿Por que no me negarás que los medios de comunicación de verdadera influencia social están perfectamente alineados con los grupos que ostentan o pretenden ostentar el poder. ¿Cómo sabes que te informarán de la verdad de los hechos y no de lo conveniente para las circunstancias?

Carlos.- En parte es cierto lo que dices, pero tu mismo te contradices. Por un lado, dices que los que están en el poder tienen la capacidad de dirigir la información que llega a los ciudadanos. Y por otro lado tu mismo dices que los medios de comunicación están alineados con l"os que tienen el poder… o con los que pretenden tenerlo". Así, pues, tenemos garantía de que el que está en el poder no puede mantenernos engañados siempre. Está la oposición y también los medios de comunicación de su “cuerda ideológica”. Este es el juego democrático.

David.- No, si como sistema me parece bueno. Pero ¿no te da la impresión de que el sistema es un poco frágil? En el fondo se basa en la desconfianza y la mutua vigilancia. Diría que incluso se basa en la lucha incruenta, pero que utilizan el arma de los medios de comunicación como instrumentos de influencia social para ganar las batallas electorales.

Carlos.- Bueno, mientras no haya otro mejor, me conformo con este. ¿Tienes tu alguna otra alternativa?

David.- No pretendo una alternativa al sistema democrático, pero opino que promover una cultura de la responsabilidad de los individuos más allá del miedo a las sanciones “si te descubren” sería una buena mejora. Algo así como que el cumplimiento de las leyes dependiese de la mente y el corazón de los ciudadanos, y no del miedo a la policía y a los tribunales.

Carlos.- Pero ya me dirás como se consigue eso.

David.- Hombre, se podría intentar promover la cultura de la existencia de Dios, en vez de promover la cultura de su ausencia. Quizás de esta forma surjan generaciones con las leyes en la mente y en el corazón; algo así como lo que dice Hebreos 8:10.

Carlos.- Pero el promover la cultura de la existencia de Dios, sólo porque resulta más conveniente a la sociedad sería una tremenda hipocresía.

David.- Depende. Si no crees en Dios, claro que sería una tremenda hipocresía. Pero en el fondo, que más da, si realmente no existe Dios. Mejor esa hipocresía que no las consecuencias que hemos comentado arriba. Pero, no olvides que está el otro caso.

Carlos.- Si, claro, el punto de vista del que sí cree en Dios.

David.- Exacto. Para el que cree en Dios, no sería una hipocresía promover ese tipo de cultura, sino que sería un acto de congruencia con las propias ideas.

Carlos.- Bueno, David. No se que decirte. En el fondo no tengo claro si existe Dios. Y en cualquier caso, no me toca a mí cambiar la sociedad.

 

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